sábado, 14 de marzo de 2015

ALGUNAS CARTAS DE AMOR ENTRE MANUELA Y SIMÓN.



Manuela:


Llegaste de improviso, como siempre. Sonriente. Notoria. Dulce. Eras tú. Te miré. Y la noche fue tuya. Toda. Mis palabras. Mis sonrisas. El viento que respiré y te enviaba en suspiros. El tiempo fue cómplice por el tiempo que alargué el discurso frente al Congreso para verte frente a mí, sin moverte, quieta, mía…


Utilicé las palabras más suaves y contundentes; sugerí espacios terrenales con problemas qué resolver mientras mi imaginación te recorría; los generales que aplaudieron de pie no se imaginaron que describía la noche del martes que nuestros caballos galoparon al unísono; que la descripción de oportunidades para superar el problema de la guerra, era la descripción de tus besos. Que los recursos que llegarían para la compra de arados y cañones, era la miel de tus ojos que escondías para guardar mi figura cansada, como me repetías para esconder las lágrimas del placer que te inundaba.


Y después, escuché tu voz. Era la misma. Te di la mano, y tu piel me recorrió entero. Igual… que los minutos eternos que detuvieron las mareas, el viento del norte, la rosa de los vientos, el tintineo de las estrellas colgadas en jardines secretos y el arco iris que se vio hasta la media noche. Fuiste todo eso, enfundada en tu uniforme de charreteras doradas, el mismo con el que agredes la torpeza de quienes desconocen cómo se construye la vida.


Mañana habrá otra sesión del Congreso. ¿Estarás?


Ortuzco, mediados de abril de 1824.


Mi amor:


Estoy muy triste a pesar de hallarme entre lo que más me agrada, entre los soldados y la guerra, porque sólo tu memoria ocupa mi alma, pues sólo tú eres digna de ocupar mi atención particular.


Me dices que no te gustan mis cartas porque escribo con unas letrazas tan grandotas ahora verás que chiquitico te escribo para complacerte.


No ves cuántas locuras me haces cometer por darte gusto…


BOLÍVAR






Ica, 20 de abril de 1825


Mi bella y buena Manuela:


Cada momento estoy pensando en ti y en el destino que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y del amor.


Lo veo bien, y gimo de tan horrible situación por ti; porque te debes reconciliar con quien no amabas; y yo porque debo separarme de quien idolatro!!!


Sí, te idolatro hoy más que nunca jamás. Al arrancarme de tu amor y de tu posesión se me ha multiplicado el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu corazón divino, de ese corazón sin modelo.


Cuando tú eras mía yo te amaba más por tu genio encantador que por tus atractivos deliciosos. Pero ahora ya me parece que una eternidad nos separa porque mi propia determinación me ha puesto en el tormento de arrancarme de tu amor, y tu corazón justo nos separa de nosotros mismos, puesto que nos arrancamos el alma que nos daba existencia, dándonos el placer de vivir.


En lo futuro tú estarás sola aunque al lado de tu marido.


Yo estaré solo en medio del mundo.


Sólo la gloria de habernos vencido será nuestro consuelo.


El deber nos dice que ya no somos más culpables!! No, no lo seremos más.


10 de abril de 1825


Mi bella y buena Manuela:


Cada momento estoy pensando en ti y en el destino que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y el honor. Lo veo bien, y gimo de tan horrible situación, por ti; porque te debes con quien no amabas; y yo porque debo separarme de quien idolatro! Sí, te idolatro más que nunca, jamás. Al arrancarme de tu amor y de tu posesión se me ha multiplicado el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu corazón divino (…).


Bolívar


Potosí, 13 de octubre de 1825


Mi querida amiga:


Estoy en la cama y leo tu carta del 2 de setiembre.


No sé lo que más me sorprende: si el mal trato que tu recibes por mí o la fuerza de tus sentimientos, que a la vez admiro y compadezco.


En camino a esta villa te escribí diciéndote, que, si querías huir de los males que temes, te vinieses a Arequipa , donde tengo amigos que te protegerán.


Ahora te lo vuelvo a decir.


Dispénsame que no te escriba de mi letra; tú conoces ésta*.


Soy tuyo de corazón.


Nota: (*) es probable que la letra fuera la de su Secretario privado Coronel Juan Santana.






Potosí, 13 de octubre de 1825


Mi querida amiga:


Estoy en la cama y leo tu carta del 2 de setiembre.


No sé lo que más me sorprende: si el mal trato que tu recibes por mí o la fuerza de tus sentimientos, que a la vez admiro y compadezco.


En camino a esta villa te escribí diciéndote, que, si querías huir de los males que temes, te vinieses a Arequipa , donde tengo amigos que te protegerán.


Ahora te lo vuelvo a decir.


Dispénsame que no te escriba de mi letra; tú conoces ésta*.


Soy tuyo de corazón.


Nota: (*) es probable que la letra fuera la de su Secretario privado Coronel Juan Santana.

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